Forma de pensar columna

 Un viaje mentalmente pesado

Felicidad en una foto


Mi familia y los viajes, tremendas aventuras, desde chica mis padres nos acostumbraron a viajar con varios integrantes de la familia, no dejar atrás a ninguno de ellos, aunque gracias a esto podría asegurar que en todos los viajes hubo contratiempos, o malos entendidos, pero cada uno de estos es una experiencia más a mi buzón de momentos especiales, y van en mi corazón, así mismo seguiré con la misma tradición durante muchos años más, porque ¿a quien no le gusta morir de risa con las personas indicadas?.


Historia de un viaje lleno de preocupaciones y risas al mismo tiempo, pues éramos 10 en este viaje, yo tenía 13 años y nos dirigimos a Guerrero, de donde es mi abuela, madre de mi mamá, empezando con el problema de que saliendo de Xalapa se nos ponchó una llanta, y como siempre ese sentimiento de que todo saldrá mal, el no poder controlar los pensamiento de mis padres de que solo era esperar y podíamos seguir nuestro camino, esa era preocupación, porque a todos nos ha pasado que se arrepienten y no quieren más problemas, pues buenas noticias, mis tíos los convencieron de irnos ese mismo día.


Seguimos nuestro camino, en 2 automóviles, unos encima de otros, respirando el mismo aire que se concentraba en el auto, pero eso no nos detuvo de tener platicas amenas y tratar de ignorar la incomodidad por aproximadamente 8 horas seguidas, tratando de no hacer paradas y llegar horas adecuadas a casa de mi tía en Guerrero, porque como sabemos este lugar está lleno de delincuencia, y queríamos evitar a toda costa algún problema de inseguridad. 


Pues transcurrió el tiempo, ya no sabíamos qué hacer, si dormir, seguir platicando o simplemente quedarnos callados, porque 8 horas de escuchar plática de tías en problemas familiares no es algo que divirtiera mucho, y menos para una niña de 13 años que no entendía problemas de adultos, así que mi mejor opción era dormirme o al menos intentarlo, pero no sucedió, pues empezaron los problemas mayores, nos pararon ya casi terminado nuestro viaje, y lo más escalofriante es que eran asaltantes, justo lo que mis papás querían evitar.


Nos bajaron a todos y revisaron los coches, diciéndonos que tomaron todo lo que pudieran, y que no teníamos derecho de hablar, y con suerte nos dejaron los coches, pues eso fue lo que pasó, tomaron las cosas, se subieron a su camioneta y siguieron su camino, claramente no es una situación en la que nos podíamos defender, así que mis padres y tíos decidieron dejar que sacaran lo que quisieran y marcar a la policía cuando se fueran, lo cual fue inútil ya que nunca llegaron, pues claro ¿dónde están cuando más los necesitan?, nunca podremos tener respuesta de esa pregunta, en mi opinión. 


Pues seguimos nuestro camino, no nos quedaba de otra, ya que solo quedaba una hora de camino, todos alterados y llenos de adrenalina por lo que había pasado, una tía desmayada del susto, y yo en shock sin saber que decir, simplemente callada me subí al coche y le pedí a mis papas que nos fuéramos, pues llegamos a Guerrero, sin cosas, pero con una familia amorosa que nos recibía y llena de felicidad de vernos, fue lo que nos revivió, donde nos pusimos a pensar lo que verdaderamente importa, que es la vida y la felicidad de estar en familia, no cambiaría eso por nada. 


Comentarios